Un ingenioso estudio publicado en el Journal, The British Journal of Psychiatry preguntó a 515 psiquiatras qué harían en los siguientes 3 escenarios: 1- ante un paciente deprimido ¿qué recomendarían? 2- si el paciente les preguntara ¿Qué haría usted si fuera yo, doctor? Y 3- que se imaginaran a ellos mismos estando deprimidos y qué decisión tomarían. En los dos primeros escenarios la gran mayoría les diría a sus pacientes que tomaran antidepresivos, pero en el
tercero, en lo que harían si ellos estuvieran deprimidos, la mayoría dijo que no tomarían los antidepresivos que recetan a sus pacientes. El 79% de los psiquiatras recomendaría un tratamiento inmediato con un antidepresivo para un paciente deprimido, pero sólo el 39% tomaría ese camino. La mayoría optaría por la espera, es decir no tomaría nada (Se puede ver el estudio aquí).
La gente necesita ser cauta con los medicamentos antidepresivos. La evidencia muestra que su efectividad es baja, que tienen efectos secundarios serios y crónicos, que crean dependencia y que no se conocen adecuadamente los mecanismos de acción.
Es verdad que la depresión es un padecimiento que puede ser incapacitante e incluso poner en riesgo la vida de la persona que la experimenta, por lo que se tiene que tomar con seriedad (se puede saber más aquí). Sin embargo, tenemos que dejar de ver a la depresión como si fuera una enfermedad convencional, pues no lo es. Sabemos que hay procesos biológicos que impactan la depresión; hay componentes genéticos, procesos inflamatorios, flora intestinal, ciclo circadiano, y funcionamiento endocrino y de neurotransmisores que pueden estar correlacionados con la depresión, pero no pueden ser vistos como la causa. Experiencias estresantes o traumáticas, necesidades emocionales no cubiertas, contextos negativos o disfuncionales, problemas sociales, procesos cognitivos, adversidad, pobreza, desempleo, pérdidas de seres queridos, problemas románticos, dificultades económicas, abuso de substancias, medicamentos, redes sociales, nihilismo y falta de una vida espiritual también están correlacionados con el desarrollo de la depresión (Lo explico más aquí o aquí).
Pensar que una medicina resolverá todo eso es pensamiento mágico y reflejo del reduccionismo
propio de nuestra época que pretende encontrar todas las respuestas en la medicina quitándonos la responsabilidad de hacernos cargo de nuestro sufrimiento, de nuestra existencia y bienestar.
Lamentablemente en los últimos 30 años la industria médica nos dijo algo distinto. Farmacéuticas y médicos aseguraron que la depresión era resultado de un desbalance de la serotonina, un neurotransmisor, y que se corregía tomando medicamentos como los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina (ISRS), que son los antidepresivos más comúnmente recetados. Dicha afirmación se convirtió en un dogma altamente lucrativo, promovido con fuertes campañas mercadotécnicas y prácticas poco éticas (ver más aquí) medicando casi al doble de las personas que en realidad padecen de depresión (13.2% vs 7.2%. Ver más aquí) . Pero dicho dogma carece de fundamento empírico que lo respalde como lo ha mostrado la revisión sistemática (el mayor nivel de evidencia en ciencia) publicada en el journal de Nature, Molecular Psychiatry, en el 2022 (aquí se puede consultar).
La mejor forma de tratar la depresión es desde una perspectiva bio-psico-social-espiritual. Atendiendo el cuerpo con ejercicio, hábitos de sueño, sana alimentación, sin abuso de substancias y recuperación de enfermedades y procesos inflamatorios. Atendiendo la mente y las emociones con una vida racional y emocionalmente estable. Atendiendo la vida social participando en el bien común. Y finalmente, atendiendo el espíritu con una vida con propósito y sentido orientada hacia la Trascendencia (ver más aquí, aquí y aquí)
Los medicamentos pueden parecer una solución rápida y sencilla, pero no lo son. Es verdad que algunas personas podrán obtener algunos beneficios con ellos pero tanto la investigación en salud mental, como la experiencia clínica nos indican que no curan la depresión, y que en algunos casos pueden conllevar problemas importantes como sobre peso, disfunciones sexuales, dependencia, ideación suicida e incluso incremento en el riesgo de desarrollar demencia en la tercera edad (ver más aquí, aquí y aquí).
El documental “Pastillas contra la depresión. ¿Funcionan los antidepresivos?” realizado por la DW ofrece un panorama completo de lo que aquí he mencionado que puede ayudar a comprender más los riesgos de dichos medicamentos, la forma en cómo las farmacéuticas los han promovido y alternativas en el tratamiento de la depresión (pueden verlo aquí).
Es preocupante que a pesar de la información que la investigación ha arrojado sobre los potenciales riesgos de estos medicamentos y la falta de comprensión de los mecanismos de acción con lo ue funcionan se sigan recomendando ampliamente (aunque como vimos, la mayoría de los psiquiatras ¡no los tomarían!) y de lo poco que se habla en los consultorios médicos y psicológicos del tema.
Habiendo dicho esto, si tú o tu familiar experimentan depresión te invito a no desanimar. Sí hay opciones para salir adelante de la depresión. Es mejor asumir una visión integral de su tratamiento y no una visión reduccionista de balances y desbalances en los neurotransmisores. La depresión es dolorosa, pero también puede ser una oportunidad para hacer una pausa en tu vida y analizar lo que necesita cambiar y permanecer. Está ahí, no como una enemiga, sino como una vocera que te informa de situaciones que necesitas afrontar. Tal vez son experiencias traumáticas del pasado, dificultades en el presente, formas distorsionadas en tus procesos cognitivos o la necesidad de desarrollar sentido y significado en la vida. En cada uno varía, pero en cada uno es una oportunidad para desarrollar un plan de acción que permita una experiencia más plena.
Psicoterapia, trabajo, autocuidado, vida social, una sana relación de pareja, actividad intelectual y una vida espiritual necesitan ser parte de dicho plan de acción. Te ayudarán no solo para superar la depresión, sino para vivir una vida con significado y propósito.
Dr. Mario Guzmán Sescosse
YouTube: @DrMarioGuzman
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